TRABAJO BLOQUE II
TEXTOS
FOLCLÓRICOS
INTRODUCCIÓN:
Esta segunda actividad consiste en seleccionar tres textos
folclóricos que sirvan para trabajar en un curso determinado de Educación
Primaria y explicar la forma en la que se pueden desarrollar con sus
adaptaciones correspondientes.
Antes de comenzar con el análisis, es conveniente
remarcar la importancia y la necesidad de incorporar el folclore como elemento
de enseñanza en todos los grados de la etapa escolar.
La tradición cultural o folclore, hace referencia a
diferentes aspectos de la cultura popular, y sus tres características
fundamentales son el anonimato, la oralidad y la multiplicidad de variantes. Se trata
de la historia de un pueblo, de una sociedad que avanza a la vez que con ella
se moldean sus vivencias y tradiciones.
Su incorporación a la escuela supone hacer que el niño
viva la palabra que ha perdurado durante generaciones, llenarlo de la
afectividad de la comunicación de tú a tú e incorporarlo a su cultura o a otras
ancestrales. Para ello, es imprescindible que este tipo de literatura conserve
su oralidad. Los textos folclóricos son para contar,
no para leer.
Hoy en día, no se ha extendido aún una conciencia
profunda sobre el folclore ni una apreciación clarividente de los estímulos tan
diversos que derivan de él. Nosotros, como futuros profesores, debemos
reivindicar su valor como recurso lúdico y pedagógico y hacer de la literatura
un mundo mágico donde no exista la obligatoriedad, sino la voluntad por
descubrir nuevos mundos.
SELECCIÓN:
Para este trabajo, he escogido tres cuentos
folclóricos de la página oficial de los hermanos Grimm ya que sus adaptaciones suelen responder con fidelidad a las
versiones recopiladas inicialmente, y por ello, son los textos más estudiados y
utilizados en la educación de los niños.
Mi selección es la siguiente:
- La tetera.
-Los vestidos nuevos del emperador.
-Los músicos de Bremen .
“LA TETERA”:
Érase una vez una tetera muy arrogante; estaba
orgullosa de su porcelana, de su largo pitón, de su ancha asa; tenía algo
delante y algo detrás: el pitón delante, y detrás el asa, y se complacía en
hacerlo notar. Pero nunca hablaba de su tapadera, que estaba rota y encolada; o
sea, que era defectuosa, y a nadie le gusta hablar de los propios defectos,
¡bastante lo hacen los demás! Las tazas, la mantequera y la azucarera, todo el
servicio de té, en una palabra, a buen seguro que se había fijado en la
hendedura de la tapa y hablaba más de ella que de la artística asa y del
estupendo pitón. ¡Bien lo sabía la tetera!
«¡Las conozco! - decía para sus adentros -. Pero
conozco también mis defectos y los admito; en eso está mi humildad, mi
modestia. Defectos los tenemos todos, pero una tiene también sus cualidades.
Las tazas tienen un asa, la azucarera una tapa. Yo, en cambio, tengo las dos
cosas, y además, por la parte de delante, algo con lo que ellas no podrán soñar
nunca: el pitón, que hace de mí la reina de la mesa de té. El papel de la
azucarera y la mantequera es de servir al paladar, pero yo soy la que otorgo,
la que impero: reparto bendiciones entre la humanidad sedienta; en mi interior,
las hojas chinas se elaboran en el agua hirviente e insípida.
Todo esto pensaba la tetera en los
despreocupados días de su juventud. Estaba en la mesa puesta, manejada por una
mano primorosa. Pero la primorosa mano resultó torpe, la tetera se cayó,
rompióse el pitón y rompióse también el asa; de la tapa no valía la pena
hablar; ¡bastante disgusto había causado ya antes! La tetera yacía en el suelo
sin sentido, y se salía toda el agua hirviendo. Fue un rudo golpe, y lo peor
fue que todos se rieron: se rieron de ella y de la torpe mano.
- ¡Este recuerdo no se borrará nunca de mi mente!
- exclamó la tetera cuando, más adelante, relataba su vida -. Me llamaron
inválida, me pusieron en un rincón, y al día siguiente me regalaron a una mujer
que vino a mendigar un poco de grasa del asado. Descendí al mundo de los
pobres, tan inútil por dentro como por fuera, y, sin embargo, allí empezó para
mí una vida mejor. Se empieza siendo una cosa, y de pronto se pasa a ser otra
distinta. Me llenaron de tierra, lo cual, para una tetera, es como si la
enterrasen; pero entre la tierra pusieron un bulbo. Quién lo hizo, quién me lo
dio, lo ignoro; el caso es que me lo regalaron. Fue una compensación por las
hojas chinas y el agua hirviente, por el asa y el pitón rotos. Y el bulbo
depositado en la tierra, en mi seno, se convirtió en mi corazón, mi corazón vivo;
nunca lo había tenido. Desde entonces hubo vida en mí, fuerza y energías. Latió
el pulso, el bulbo germinó, estalló por la expansión de sus pensamientos, y
sentimientos, que cristalizaron en una flor. La vi, la sostuve, olvidéme de mí
misma ante su belleza. ¡Dichoso el que se olvida de sí por los demás! No me dio
las gracias ni pensó en mí; a él iban la admiración y los elogios de todos. Si
yo me sentía tan contenta, ¿cómo no iba a ser ella admirada? Un día oí decir a
alguien que se merecía una maceta mejor. Me partieron por la mitad; ¡ay, cómo
dolió!, y la flor fue trasplantada a otro tiesto más nuevo, mientras a mí me
arrojaron al patio, donde estoy convertida en cascos viejos. Mas conservo el
recuerdo, y nadie podrá quitármelo.
- ¡Deben ser vestidos magníficos! -pensó el
Emperador-. Si los tuviese, podría averiguar qué funcionarios del reino son
ineptos para el cargo que ocupan. Podría distinguir entre los inteligentes y
los tontos. Nada, que se pongan enseguida a tejer la tela-. Y mandó abonar a
los dos pícaros un buen adelanto en metálico, para que pusieran manos a la obra
cuanto antes.
Ellos montaron un telar y simularon que
trabajaban; pero no tenían nada en la máquina. A pesar de ello, se hicieron
suministrar las sedas más finas y el oro de mejor calidad, que se embolsaron
bonitamente, mientras seguían haciendo como que trabajaban en los telares
vacíos hasta muy entrada la noche.
«Me gustaría saber si avanzan con la tela»-,
pensó el Emperador. Pero habla una cuestión que lo tenía un tanto cohibido, a
saber, que un hombre que fuera estúpido o inepto para su cargo no podría ver lo
que estaban tejiendo. No es que temiera por sí mismo; sobre este punto estaba
tranquilo; pero, por si acaso, prefería enviar primero a otro, para cerciorarse
de cómo andaban las cosas. Todos los habitantes de la ciudad estaban informados
de la particular virtud de aquella tela, y todos estaban impacientes por ver
hasta qué punto su vecino era estúpido o incapaz.
«Enviaré a mi viejo ministro a que visite a los
tejedores -pensó el Emperador-. Es un hombre honrado y el más indicado para
juzgar de las cualidades de la tela, pues tiene talento, y no hay quien
desempeñe el cargo como él».
El viejo y digno ministro se presentó, pues, en
la sala ocupada por los dos embaucadores, los cuales seguían trabajando en los
telares vacíos. «¡Dios nos ampare! -pensó el ministro para sus adentros,
abriendo unos ojos como naranjas-. ¡Pero si no veo nada!». Sin embargo, no
soltó palabra.
Los dos fulleros le rogaron que se acercase le
preguntaron si no encontraba magníficos el color y el dibujo. Le señalaban el
telar vacío, y el pobre hombre seguía con los ojos desencajados, pero sin ver
nada, puesto que nada había. «¡Dios santo! -pensó-. ¿Seré tonto acaso? Jamás lo
hubiera creído, y nadie tiene que saberlo. ¿Es posible que sea inútil para el
cargo? No, desde luego no puedo decir que no he visto la tela».
- ¿Qué? ¿No dice Vuecencia nada del tejido?
-preguntó uno de los tejedores.
- ¡Oh, precioso, maravilloso! -respondió el
viejo ministro mirando a través de los lentes-. ¡Qué dibujo y qué colores!
Desde luego, diré al Emperador que me ha gustado extraordinariamente.
- Nos da una buena alegría -respondieron los dos
tejedores, dándole los nombres de los colores y describiéndole el raro dibujo.
El viejo tuvo buen cuidado de quedarse las explicaciones en la memoria para
poder repetirlas al Emperador; y así lo hizo.
Los estafadores pidieron entonces más dinero,
seda y oro, ya que lo necesitaban para seguir tejiendo. Todo fue a parar a su
bolsillo, pues ni una hebra se empleó en el telar, y ellos continuaron, como
antes, trabajando en las máquinas vacías.
Poco después el Emperador envió a otro
funcionario de su confianza a inspeccionar el estado de la tela e informarse de
si quedaría pronto lista. Al segundo le ocurrió lo que al primero; miró y miró,
pero como en el telar no había nada, nada pudo ver.
- ¿Verdad que es una tela bonita? -preguntaron
los dos tramposos, señalando y explicando el precioso dibujo que no existía.
«Yo no soy tonto -pensó el hombre-, y el empleo
que tengo no lo suelto. Sería muy fastidioso. Es preciso que nadie se dé
cuenta». Y se deshizo en alabanzas de la tela que no veía, y ponderó su
entusiasmo por aquellos hermosos colores y aquel soberbio dibujo.
- ¡Es digno de admiración! -dijo al Emperador.
Todos los moradores de la capital hablaban de la
magnífica tela, tanto, que el Emperador quiso verla con sus propios ojos antes
de que la sacasen del telar. Seguido de una multitud de personajes escogidos,
entre los cuales figuraban los dos probos funcionarios de marras, se
encaminó a la casa donde paraban los pícaros,
los cuales continuaban tejiendo con todas sus fuerzas, aunque sin hebras ni
hilados.
- ¿Verdad que es admirable? -preguntaron los dos
honrados dignatarios-. Fíjese Vuestra Majestad en estos colores y estos dibujos
- y señalaban el telar vacío, creyendo que los demás veían la tela.
«¡Cómo! -pensó el Emperador-. ¡Yo no veo nada!
¡Esto es terrible! ¿Seré tonto? ¿Acaso no sirvo para emperador? Sería
espantoso».
- ¡Oh, sí, es muy bonita! -dijo-. Me gusta, la
apruebo-. Y con un gesto de agrado miraba el telar vacío; no quería confesar
que no veía nada. Todos los componentes de su séquito miraban y remiraban, pero
ninguno sacaba nada en limpio; no obstante, todo era exclamar, como el
Emperador: - ¡oh, qué bonito! -, y le aconsejaron que estrenase los vestidos
confeccionados con aquella tela, en la procesión que debía celebrarse
próximamente. - ¡Es preciosa, elegantísima, estupenda! - corría de boca en
boca, y todo el mundo parecía extasiado con ella. El Emperador concedió una
condecoración a cada uno de los dos bellacos para que se la prendieran en el
ojal, y los nombró tejedores imperiales.
Durante toda la noche que precedió al día de la
fiesta, los dos embaucadores estuvieron levantados, con dieciséis lámparas
encendidas, para que la gente viese que trabajaban activamente en la confección
de los nuevos vestidos del Soberano. Simularon quitar la tela del telar,
cortarla con grandes tijeras y coserla con agujas sin hebra; finalmente,
dijeron: - ¡Por fin, el vestido está listo!
Llegó el Emperador en compañía de sus caballeros
principales, y los
dos truhanes, levantando los brazos como si
sostuviesen algo, dijeron:
- Esto son los pantalones. Ahí está la casaca. -
Aquí tenéis el manto... Las prendas son ligeras como si fuesen de telaraña; uno
creería no llevar nada sobre el cuerpo, mas precisamente esto es lo bueno de la
tela.
- ¡Sí! - asintieron todos los cortesanos, a
pesar de que no veían nada, pues nada había.
- ¿Quiere dignarse Vuestra Majestad quitarse el
traje que lleva -dijeron los dos bribones- para que podamos vestiros el nuevo
delante del espejo?
Quitóse el Emperador sus prendas, y los dos
simularon ponerle las diversas piezas del vestido nuevo, que pretendían haber
terminado poco antes. Y cogiendo al Emperador por la cintura, hicieron como si
le atasen algo, la cola seguramente; y el Monarca todo era dar vueltas ante el
espejo.
- ¡Dios, y qué bien le sienta, le va
estupendamente! -exclamaban todos-. ¡Vaya dibujo y vaya colores! ¡Es un traje
precioso! - El palio bajo el cual irá Vuestra Majestad durante la procesión,
aguarda ya en la calle - anunció el maestro de Ceremonias.
- Muy bien, estoy a punto -dijo el Emperador-.
¿Verdad que me sienta bien? - y volvióse una vez más de cara al espejo, para
que todos creyeran que veía el vestido.
Los ayudas de cámara encargados de sostener la
cola bajaron las manos al suelo como para levantarla, y avanzaron con ademán de
sostener algo en el aire; por nada del mundo hubieran confesado que no veían
nada. Y de este modo echó a andar el Emperador bajo el magnífico palio,
mientras el gentío, desde la calle y las ventanas, decían:
- ¡Qué preciosos son los vestidos nuevos del
Emperador! ¡Qué magnífica cola! ¡Qué hermoso es todo!-. Nadie permitía que los
demás se diesen cuenta de que nada veía, para no ser tenido por incapaz en su
cargo o por estúpido. Ningún traje del Monarca había tenido tanto éxito como
aquél.
¡Pero si no lleva nada! -exclamó de pronto un
niño. - ¡Dios bendito, escuchad la voz de la inocencia! - dijo su padre; y todo
el mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño.
- ¡No lleva nada; es un chiquillo el que dice
que no lleva nada!
- ¡Pero si no lleva nada! -gritó, al fin, el
pueblo entero.
Aquello inquietó al Emperador, pues barruntaba
que el pueblo tenía razón; mas pensó: «Hay que aguantar hasta el fin». Y siguió
más altivo que antes; y los ayudas de cámara continuaron sosteniendo la
inexistente cola.
Pero no pudieron llegar a la ciudad aquel mismo
día, y al anochecer resolvieron pasar la noche en un bosque que encontraron. El
asno y el perro se tendieron bajo un alto árbol; el gato y el gallo subiéronse
a las ramas, aunque el gallo se encaramó de un vuelo hasta la cima, creyéndose
allí más seguro. Antes de dormirse, echó una mirada a los cuatro vientos, y en
la lejanía divisó una chispa de luz, por lo que gritó a sus compañeros que no
muy lejos debía de haber una casa. Dijo entonces el asno: "Mejor será que
levantemos el campo y vayamos a verlo, pues aquí estamos muy mal
alojados." Pensó el perro que unos huesos y un poquitín de carne no
vendrían mal, y, así se pusieron todos en camino en dirección de la luz; ésta
iba aumentando en claridad a medida que se acercaban, hasta que llegaron a una
guarida de ladrones, profusamente iluminada. El asno, que era el mayor,
acercóse a la ventana, para echar un vistazo al interior. "¿Qué ves,
rucio?" preguntó el gallo. "¿Qué veo?" replicó el asno.
"Pues una mesa puesta con comida y bebida, y unos bandidos que se están
dando el gran atracón." - "¡Tan bien como nos vendría a
nosotros!" dijo el gallo. "¡Y tú que lo digas!" añadió el asno.
"¡Quién pudiera estar allí!" Los animales deliberaron entonces acerca
de la manera de expulsar a los bandoleros, y, al fin, dieron con una solución.
El asno se colocó con las patas delanteras sobre la ventana; el perro montó
sobre la espalda del asno, el gato trepó sobre el perro, y, finalmente, el
gallo se subió de un vuelo sobre la cabeza del gato. Colocados ya, a una señal
convenida prorrumpieron a la una en su horrísono música: el asno, rebuznando;
el perro, ladrando; el gato, maullando, y cantando el gallo. Y acto seguido se
precipitaron por la ventana en el interior de la sala, con gran estrépito de
cristales. Levantáronse de un salto los bandidos ante aquel estruendo, pensando
que tal vez se trataría de algún fantasma, y, presa de espanto, tomaron las de
Villadiego en dirección al bosque. Los cuatro socios se sentaron a la mesa y,
con las sobras de sus antecesores, se hartaron como si los esperasen cuatro
semanas de ayuno.
Cuando los cuatro músicos hubieron terminado el
banquete, apagaron la luz y se buscaron cada uno una yacija apropiada a su
naturaleza y gusto. El asno se echó sobre el estiércol; el perro, detrás de la
puerta; el gato, sobre las cenizas calientes del hogar, y el gallo se posó en
una viga; y como todos estaban rendidos de su larga caminata, no tardaron en
dormirse. A media noche, observando desde lejos los ladrones que no había luz
en la casa y que todo parecía tranquilo, dijo el capitán: "No debíamos
habernos asustado tan fácilmente," y envió a uno de los de la cuadrilla a
explorar el terreno. El mensajero lo encontró todo quieto y silencioso, y entró
en la cocina para encender luz. Tomando los brillantes ojos del gato por brasas
encendidas, aplicó a ellos un fósforo, para que prendiese. Pero el gato no
estaba para bromas y, saltándole al rostro, se puso a soplarle y arañarle.
Asustado el hombre, echó a correr hacia la puerta trasera; pero el perro, que
dormía allí, se levantó de un brinco y le hincó los dientes en la pierna; y
cuando el bandolero, en su huida, atravesó la era por encima del estercolero,
el asno le propinó una recia coz, mientras el gallo, despertado por todo aquel
alboroto y, ya muy animado, gritaba desde su viga: "¡Kikirikí!" El
ladrón, corriendo como alma que lleva el diablo, llegó hasta donde estaba el
capitán, y le dijo: "¡Uf!, en la casa hay una horrible bruja que me ha
soplado y arañado la cara con sus largas uñas. Y en la puerta hay un hombre
armado de un cuchillo y me lo ha clavado en la pierna. En la era, un monstruo negro
me ha aporreado con un enorme mazo, y en la cima del tejado, el juez venga
gritar: '¡Traedme el bribón aquí!' Menos mal que pude escapar." Los
bandoleros ya no se atrevieron a volver a la casa, y los músicos de Brema se
encontraron en ella tan a gusto, que ya no la abandonaron. Y quien no quiera
creerlo, que vaya a verlo.
Este breve cuento, cuya protagonista
es una tetera, presenta un mensaje positivo sobre la vida. A pesar de sus defectos, ella se quiere tal y
como es. Da más importancia a sus cualidades que a las críticas que recibe de
los demás.
La autoestima es una pieza fundamental
en la construcción de los pilares de la infancia y adolescencia. No es una asignatura que se aprenda en la escuela, sino
que se construye diariamente a través de las relaciones personales de
aceptación y confianza.
Los niños entre diez y doce años, empiezan a
experimentar un gran número de cambios en muchos aspectos. Están llenos de
inseguridades y tienden a tener altibajos emocionales ante determinadas situaciones.
En el caso de la tetera, a pesar de ser vanidosa y
aparentemente segura de sí misma, se derrumba ante el desafortunado accidente
que acaba con su pitón y su asa. Sin embargo, consigue superarlo y seguir
adelante. Además, se convierte en un objeto más humilde y generoso. Descubre
que la felicidad puede encontrarse en las
situaciones más insospechadas y aprende que con actitud y esfuerzo es capaz de
superar cualquier obstáculo.
En cuanto al curso al que puede
ir dirigido, elegiría 5º de Primaria ya que concuerda con el momento evolutivo
de los receptores. De esa forma, los alumnos lograrán comprender el texto
y reflexionarán sobre el mensaje y los
valores transmitidos.
Durante el cuento, sería
conveniente realizar algunas preguntas o cuestiones a los alumnos con el
objetivo de generar un diálogo en el que poner en común lo que han entendido,
cómo juzgan la forma de actuar de los personajes y qué enseñanzas extraen de la
historia.
Algunas de ellas serían las
siguientes:
-¿Seríais capaces de decir cinco
defectos y cinco virtudes de vosotros mismos? ¿Qué os ha costado más, pensar en
los defectos o en las virtudes? ¿Por qué?
-¿Alguna vez te has sentido como
la tetera? ¿Lograste superarlo como ella?
-¿Creéis que lo que le ha pasado
es positivo o negativo para ella? ¿Por qué?
Por otro lado, en relación con las
adaptaciones, lo modificaría eliminando las enseñanzas morales que hay en
algunas partes del texto. Debemos tener fe en la inteligencia infantil, los
niños son pequeños, pero perfectamente capaces de establecer significados
simbólicos. El objetivo es hacer reflexionar para sacar conclusiones propias, no
dar respuestas antes de que se haya dado lugar dicho proceso.
“LOS VESTIDOS NUEVOS DEL EMPERADOR”:
Hace de esto muchos años, había un Emperador tan
aficionado a los trajes nuevos, que gastaba todas sus rentas en vestir con la
máxima elegancia. No se interesaba por sus soldados ni por el teatro, ni le
gustaba salir de paseo por el campo, a menos que fuera para lucir sus trajes
nuevos. Tenía un vestido distinto para cada hora del día, y de la misma manera
que se dice de un rey: "Está en el Consejo," de nuestro hombre se
decía: "El Emperador está en el vestuario." La ciudad en que vivía el
Emperador era muy alegre y bulliciosa. Todos los días llegaban a ella
muchísimos extranjeros, y una vez se presentaron dos truhanes que se hacían
pasar por tejedores, asegurando que sabían tejer las más maravillosas telas. No
solamente los colores y los dibujos eran hermosísimos, sino que las prendas con
ellas confeccionadas poseían la milagrosa virtud de ser invisibles a toda
persona que no fuera apta para su cargo o que fuera irremediablemente estúpida.
Este cuento simboliza el valor de la
sinceridad. Todos los ciudadanos por miedo a parecer inferiores mentían acerca
del nuevo traje del emperador. Lo alagaban y actuaban como si lo viesen.
Sin embargo, el niño dijo la verdad sin dejarse
llevar por los criterios de los demás. Fue el único que actuó con valentía y
contradijo al resto diciendo lo que realmente pensaba.
Los niños durante su
desarrollo tienden a adquirir fácilmente costumbres de las personas con las que
conviven especialmente en la etapa escolar. El pensamiento que tienen es que deben
parecerse o ser igual a sus compañeros para poder encajar.
Muchos de ellos tienden
a hacer o decir lo que no quieren o no les gusta para poder ser aceptados por
sus amigos ya que a determinadas edades no toleran la burla o el rechazo.
Los niños de entre nueve y diez
años empiezan a manifestar una creciente independencia de la familia y mostrar más interés en los amigos. Unas amistades saludables son muy importantes para su
desarrollo, pero la presión de grupo
puede ser demasiado fuerte a esa edad por lo que es imprescindible que tengan un
buen pensamiento crítico y autoestima.
Aquellos que se sienten bien
consigo mismos son capaces de resistir la presión negativa de sus compañeros y tomar
sus propias decisiones. Es un momento importante para que adquieran un sentido
de la responsabilidad junto
con su independencia.
Dicho esto, trabajaría este texto con los alumnos
de 3º de Primaria ya que coincide con su momento evolutivo favoreciendo su
comprensión y reflexión.
Tras escuchar el cuento sería conveniente
realizar algunas preguntas y cuestiones como
las siguientes:
-
¿Qué habríais hecho vosotros? ¿Diríais la verdad
al emperador?
-
¿Quién creéis que acabó quedando en evidencia? ¿Por
qué?
-
¿Si fueseis el emperador, qué habríais hecho en
su lugar?
En cuanto a las adaptaciones, cambiaría la manera
de expresar algunas cosas por otras más modernas y cercanas al niño.
"LOS MÚSICOS DE BREMEN":
Tenía un hombre un asno que durante largos años
había transportado incansablemente los sacos al molino; pero al cabo vinieron a
faltarle las fuerzas, y cada día se iba haciendo más inútil para el trabajo. El
amo pensó en deshacerse de él; pero el burro, dándose cuenta de que soplaban
malos vientos, escapó y tomó el camino de la ciudad de Brema, pensando que tal
vez podría encontrar trabajo como músico municipal. Después de andar un buen
trecho, se encontró con un perro cazador que, echado en el camino, jadeaba, al
parecer, cansado de una larga carrera. "Pareces muy fatigado, amigo,"
le dijo el asno. "¡Ay!" exclamó el perro, "como ya soy viejo y
estoy más débil cada día que pasa y ya no sirvo para cazar, mi amo quiso
matarme, y yo he puesto tierra por medio. Pero, ¿cómo voy a ganarme el
pan?" - "¿Sabes qué?" dijo el asno. "Yo voy a Brema, a ver
si puedo encontrar trabajo como músico de la ciudad. Vente conmigo y entra
también en la banda. Yo tocaré el laúd, y tú puedes tocar los timbales."
Parecióle bien al can la proposición, y prosiguieron juntos la ruta. No había
transcurrido mucho rato cuando encontraron un gato con cara de tres días sin
pan: "Y, pues, ¿qué contratiempo has sufrido, bigotazos?" preguntóle
el asno. "No está uno para poner cara de Pascua cuando le va la
piel," respondió el gato. "Porque me hago viejo, se me embotan los
dientes y me siento más a gusto al lado del fuego que corriendo tras los
ratones, mi ama ha tratado de ahogarme. Cierto que he logrado escapar, pero mi
situación es apurada: ¿adónde iré ahora?" - "Vente a Brema con
nosotros. Eres un perito en música nocturna y podrás entrar también en la
banda." El gato estimó bueno el consejo y se agregó a los otros dos. Más
tarde llegaron los tres fugitivos a un cortijo donde, encaramado en lo alto del
portal, un gallo gritaba con todos sus pulmones. "Tu voz se nos mete en
los sesos," dijo el asno. "¿Qué te pasa?" - "He estado
profetizando buen tiempo," respondió el gallo, "porque es el día en
que la Virgen María ha lavado la camisita del Niño Jesús y quiere ponerla a
secar. Pero como resulta que mañana es domingo y vienen invitados, mi ama, que
no tiene compasión, ha mandado a la cocinera que me eche al puchero; y así,
esta noche va a cortarme el cuello. Por eso grito ahora con toda la fuerza de
mis pulmones, mientras me quedan aún algunas horas." - "¡Bah, cresta
roja!" dijo el asno. "Mejor harás viniéndote con nosotros. Mira, nos
vamos a Brema; algo mejor que la muerte en cualquier parte lo encontrarás.
Tienes buena voz, y si todos juntos armamos una banda, ya saldremos del
apuro." El gallo le pareció interesante la oferta, y los cuatro
emprendieron el camino de Brema.
Este cuento de animales
personificados muestra que la suma de esfuerzos ayuda a superar las
dificultades. Además, es una crítica al
abandono y maltrato de animales, algo difícil de encontrar en cuentos clásicos.
También es bueno para mostrar los valores de la aceptación e integración, pues a ninguno de los animales del grupo les importa o preocupa que ya no sean jóvenes o ágiles y los invitan a unirse sin condiciones.
Fomentar el desarrollo de la individualidad y la identidad en los niños, es realmente importante. Sin embargo, fomentar el trabajo en equipo desde pequeños trae una gran cantidad de ventajas en su crecimiento.
Entre los siete y ocho años de edad, es necesario que se potencien las actividades en grupo para que los niños tengan la oportunidad de interactuar con otros iguales. A esa edad disfrutan y aprenden compartiendo sus conocimientos y experiencias con los demás. Son capaces de mostrar sus emociones en respuesta al entorno.
Por ello, creo 2º de Primaria sería un buen curso con
el que trabajar este texto. Coincide con su momento evolutivo y permite una
buena comprensión y reflexión.
Además, después de escuchar el cuento sería
conveniente realizar las siguientes preguntas:
-
¿Qué os parece el hecho de que se unan y formen un
grupo? ¿Pensáis que trabajan mejor solos?
- ¿Qué creéis que debe hacer un equipo para que funcione
correctamente?
-
¿Os gusta trabajar solos o en grupo? ¿Por qué?
En cuanto a las adaptaciones, solo cambiaría algunas
palabras por otras más sencillas de acuerdo con su nivel de comprensión.
BIBLIOGRAFÍA:
Isamitt, Carlos, (2002). El folclore como elemento de la enseñanza. Scielo. Recuperado de https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-27902002005600013
Labajo, Irune. Literatura española, literatura infantil y educación literaria. Recuperado de
https://online.lasallecampus.es/pluginfile.php/56916/mod_resource/content/1/Literatura%20EP_teor%C3%ADa.pdf
https://online.lasallecampus.es/pluginfile.php/56916/mod_resource/content/1/Literatura%20EP_teor%C3%ADa.pdf
Organización y y actividades de literatura española, literatura infantil y educación literaria. Guía de trabajo. Recuperado de https://online.lasallecampus.es/pluginfile.php/56952/mod_resource/content/1/Gu%C3%ADa%20de%20trabajo%20Literatura%20espa%C3%B1ola%2C%20literatura%20infantil%20y%20educaci%C3%B3n%20literaria.pdf
Cuentos de Grimm. Recuperado de https://www.grimmstories.com/es/grimm_cuentos/index
Christian Hans, (2006). La tetera. Canal lector. Recuperado de http://www.canallector.com/7613/La_tetera
El traje nuevo del emperador. Chiquipedia. Recuperado de https://www.chiquipedia.com/cuentos-infantiles-cortos/cuentos-con-moraleja/el-traje-nuevo-del-emperador/
Los músicos de Bremen. Cuentos para dormir. Recuperado de https://cuentosparadormir.com/cuentos-clasicos/los-musicos-de-bremen
2016. La autoestima y los niños. Guía infantil. Recuperado de https://www.guiainfantil.com/salud/autoestima/index.htm
Armanda, (2016). Cómo educar a un niño para que no se deje influir por los demás. Eres mamá. Recuperado de https://eresmama.com/educar-nino-no-se-deje-influir-los-demas/
2018. El traje nuevo del emperador. Guía infantil. Recuperado de https://www.guiainfantil.com/servicios/Cuentos/trajeemperador.htm
Roldán, María José, (2015). Qué aprenden los niños con nueve años. Guía infantil. Recuperado de https://www.guiainfantil.com/articulos/educacion/aprendizaje/que-aprenden-los-ninos-con-9-anos/
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola Laura
ResponderEliminarMe ha gustado tu elección de los cuentos, me han trasmitido muy buenas sensaciones al leerlos
Respecto a cuando explicas la elección de la edad, según hemos visto en clase los textos folclóricos no son cuentos infantiles, por lo que su función no es que el alumno a una determinada edad se sienta identificado. Por eso creo que cuando justificas la edad, has hecho un análisis sobre el desarrollo evolutivo según los temas que ves tú en el cuento y los has aplicado a esa edad.
Sin embargo la utilización de los cuentos folclóricas no es esa, si no que cada alumno reflexione y saque sus propias conclusiones sobre lo que le ha trasmitido la historia. Por este motivo, opino que deberías cambiar esa parte, ya que no debes ser tu la que saque los temas sobre los que se va a debatir, si no los alumnos. Simplemente tenías que imaginar con que curso te gustaría trabajar los cuentos elegidos.
Me parece muy bien que elimines los momentos en los que el cuento intenta moralizar.
Estaría bien que añadieras el viaje del héroe si fuera posible en el análisis de tus textos folclóricos.
Buen trabajo!
Muy bien, Cris.
EliminarHola!
ResponderEliminarMe encanta cómo has hecho la entrada puesto que está todo muy bien explicado y organizado. Me apunto lo del viaje del héroe que ha comentado Cris para mi entrada también.
(:
Bien, Paula. Cuando encuentres una actividad que te guste y a la que consideres que tienes poco que aportar, aprovecha para evidenciar aquellas cuestiones que consideres interesantes y coméntalas para que tu colaboración no sea tan superficial.
EliminarEstá muy bien, Laura. Has tratado todos los aspectos y, aunque Cris te hace referencia al viaje del héroe, en los cuentos que has elegido no es muy evidente.
ResponderEliminarLo que debes completar para que tu actividad sea perfecta, son las preguntas de los diálogos posteriores a las narraciones, ya que se quedan muy superficiales para los cursos que trabajas y, en algunos casos, apenas hay referencia al texto. Puede que, si has consultado blogs antiguos, sean de Infantil. El caso es que las preguntas deben buscar el simbolismo y los motivos de las historias y no solo su tema principal. A lo que me refiero es a que parece que usas los cuentos como instrumentos, es decir, para trabajar un aspecto emocional: el autoconcepto y la superación en el primero y el trabajo en equipo en el último. El que está más ajustado es el diálogo del segundo cuento y, aún así, creo que puedes sacar alguna pregunta más que no tenga que ver con la mentira, por ejemplo.
En cuanto a las fuentes de referencia, aunque esta vez has tenido suerte y las versiones son buenas, no uses versiones de la Chiquipedia o de cuentos para dormir, porque son lugares que no explican si los textos son adaptados o traducidos. Andersen también tiene una página oficial, al igual que los Hnos. Grim: andersenstories.com
Si vas a mejorar esta actividad, copia todo en un archivo del bloc de notas y, cuando lo hayas pegado, desaparecerán los códigos. Vuelve a copiarlo y pégalo en un archivo de Word. Ahí ya puedes marcar lo que quieras en cursiva o en negrita y remaquetarlo. Cuando hayas terminado, súbelo al blog e incluye las imágenes. Tendría que salir perfecto.